viernes, 16 de febrero de 2007

Dejo de lado el estilo mordaz con el que me refiero sólo a problemas filosóficos, por un asunto de conveniencia. Pero que quede bien claro que no es para dedicarme a examinar problemas filosóficos sin mordacidad ni ironía; bien por el contrario es porque abandono los problemas filosóficos por un día y me dedico a examinar otros problemas con cierta carga de sarcasmo.

Con todo, es mi deber ahora señalar el motivo de esta entrada. Se refiere a un problema no menor, el de la etiqueta 'patrimonio'. Es un tema bastante interesante, a decir verdad, sobre todo desde la explosión que afectó a uno de los sectores del puerto y arrasó con edificios centenarios, declarados patrimonio de la humanidad. Ahora bien: ¿a qué nos referimos con patrimonio? Revisemos las definiciones de patrimonio para que encontremos un punto de acuerdo sobre lo que pudiese ser llamado patrimonio. La Real Academia en este sentido es particularmente extensa, y nos da distintas acepciones. Recurro a la Real Academia precisamente por su carácter consensual respecto de las acepciones de las palabras, más allá de un uso coloquial (que, ciertamente, está lejos de un vocablo como 'patrimonio'). Así, patrimonio viene a ser "Conjunto de los bienes propios adquiridos por cualquier título". Además de eso, patrimonio tiene una dimensión técnica, bien conocida por los abogados y estudiantes de derecho, como "Conjunto de bienes pertenecientes a una persona natural o jurídica, o afectos a un fin, susceptibles de estimación económica". Dejaremos para más adelante las críticas que puedan hacerse a esta definición, desde el punto de vista jurídico. Lo importante es que 'patrimonio' en cualquiera de las acepciones dadas no tiene la dimensión que ofrece cuando se habla de 'patrimonio' respecto de los edificios que se quemaron en Valparaíso ¿Qué es pues, esto de 'patrimonio'?
Les adelanto la respuesta: se refiere a un intangible. Se refiere al valor intangible de un objeto. El problema que se presenta entonces es cómo reconocer esa intangibilidad en el objeto, y cuánta gente tiene que reconocer esa intangibilidad. Bueno, yo les digo que para eso tenemos a la UNESCO, pero ustedes me dirán que eso es una soberana ridiculez. Están en lo cierto. Es una ridiculez, pero aceptada. Se refiere al valor intangible de un edificio que soportó dos terremotos, que vio crecer a una ciudad y que la vio también enfermarse de gravedad, con el paso de los años, pero que sigue firme, de pie esperando al mar. A eso se refiere el patrimonio. Y más allá de todo lo que se perdió en una irresponsabilidad, tenemos un gran agujero que tapar en una ciudad que de a poco va saliendo adelante.
Para hacerlo un poco más profundo, diremos entonces que nuestro patrimonio no se compone sólo de bienes susceptibles de ser avaluados económicamente, sean corporales, incorporales. Tenemos bienes inmateriales que están en nuestras retinas, tenemos un recuerdo. Y ese recuerdo es de cada uno, propio.

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